19 ago 2010

“El siglo XIX con la revolución industrial, afecta todos los procesos de producción generando los problemas de división de trabajo y de luchas sociales...El siglo XX, el siglo de la “decadencia” de las vanguardias, inicia con la primera guerra mundial y termina con la caída del muro de Berlín... Inicia El siglo XXI con los ataques del 11 de septiembre del 2001 y su nefasta ´consagración global y mediática del terrorismo.."


ARTE CONTEMPORÁNEO

Entre las tensiones de la modernidad y la postmodernidad

Las vanguardias de principios del siglo XIX son la base y el fundamento sobre el cual se expresó la modernidad para promulgar los principios de universalidad y progreso que mutarían hacía una civilización democrática, globalizada, homogeneizada y unificada. Aunque con el nacimiento de las vanguardias la modernidad crece y muere, atendemos que ésta inicia en el siglo XVIII con la ilustración, movimiento europeo (francés) que tuvo sus antecedentes en el Renacimiento, y se caracterizó por concebir al hombre y al mundo a la luz de la razón y la experiencia en todos sus ámbitos

Esperanzada en que el desarrollo tecnológico de las sociedades industrializadas favorecería su ideal y lejos de intuir sobre las guerras futuras que los desarrollos científicos y avances tecnológicos traerían como producto de la irracionalidad del hombre (en cambio de su racionalidad), la modernidad contrario a sus deseos se evidenció por un estado permanente de cambio, inestabilidad y crisis.

En el siglo XX los ideales perseguidos por la ilustración y las vanguardias se rompen a causa de dos guerras mundiales, que no solo traen terribles consecuencias para la humanidad, sino también la ruptura de la modernidad y el surgimiento de la postmodernidad. Surgen nuevos soportes comunicacionales como la radio y la televisión, que por el contrario de lo que muchos teóricos y artistas creían no traen consigo una unificación y una coexistencia de visiones ante la concepción del mundo, sino más bien una multiplicidad de puntos de vista enmarcados en una cultura, una mirada, una forma de ver y pensar determinadas, que reflejan aún más la división cultural, social, política y geográfica producto de las secuelas de las guerras del siglo XX.

Como ya se ha mencionado lo anterior da paso a la postmodernidad. Asumida en este texto no como una reacción a la modernidad, sino como una consecuencia de la misma, el postmodernismo, ambiguo, heterogéneo y fragmentado trae consigo una serie de realidades complejas fruto del progreso moderno; y es sobre la tensión que implica esta relación entre moderno y postmoderno que se cimienta el arte de nuestro tiempo.

El artista comprende los numerosos y vertiginosos cambios que ha venido experimentando la humanidad en todos los órdenes de su actividad desde el siglo XX, los cuales apoyados en fe, en la razón y la ciencia del siglo de las luces y en la industrialización del siglo XIX como medios para transformar el mundo, dan como resultado grandes avances científicos y tecnológicos que han permitido al hombre no solo revolucionar el transporte y las comunicaciones o poner sus ojos en el universo, sino también generar grandes guerras y agitaciones sociales que en la actualidad han alterado intensamente el entorno, las costumbres y los parámetros que enmarcan las relaciones humanas y las formas de comunicación de las diferentes comunidades existentes, estableciendo de esta manera nuevas formas de organización sociales, políticas y económicas que se insertan con un carácter cada vez más resuelto en los diferentes contextos culturales.

Advertimos todo lo anterior igualmente como resultado de la cultura de masas y de la difusión de las nuevas tecnologías, que dan lugar a obras que implican como comprensión de los cambios vertiginosos que experimenta la humanidad una nueva posición en el artista que asume los conceptos de autonomía y soberanía del arte mediante obras soportadas en medios digitales que dan como resultado instalaciones como por ejemplo el “video arte”, o movimientos de artistas para los cuales el límite de su trabajo está determinado por la red como lo es el “net art”. A partir de estos sucesos caben diferentes anotaciones como por ejemplo el carácter interactivo en el cual se sumergen las producciones artísticas, o lo que es aún más importante la pérdida de primacía del autor sobre la obra.

Al parecer estas nuevas formas de expresión artística dejan sin elementos de juicio a la crítica del arte, es preciso entonces confrontar asuntos como la naturaleza de lamirada del espectador”, los límites sobre los cuales este arte puede dejar de ser arte para convertirse en un producto audiovisual, las implicaciones de soportar una obra de arte en un medio digital o de estar en pro de su desmaterialización, el riesgo de perder su carácter de libre y autónomo.

Por tanto, la naturaleza de la crítica de arte contemporáneo debe teorizar acerca de todas la formas de arte que hoy día podemos apreciar desde una pintura o una escultura pasando por una retrospectiva de un artista hasta una instalación, permitiéndose una doble mirada simultanea. Lo que no sugiere como expresa en el texto de Vicente Jarque “…contemplar un conjunto de pintura con la misma actitud que corresponde al conjunto de excrementos recolectados por una artista. Pero esta clara que no debe quedarse fuera de la consideración critica ni los unos ni los otros.”[1] Es decir, que el arte no descalifique las expresiones actuales de los artistas, pero que no rompa con los fundamentos tradicionales de realización que debe concebir una obra de arte.

Pero también es importante que la crítica de arte aluda también a la habilidad de la mano del hombre, y de lo significaría para éste como artista que una máquina como lo es el computador reemplace lo que este puede hacer analógicamente involucrando sus habilidades de sus manuales y el contacto directo con su obra. Además de una pérdida de la autonomía sobra su obra de arte, ya que los novedosos artefactos electrónicos no están solo a merced de artista sino también de ingenieros, programadores, diseñadores, etc.

Ante esta dicotomía se hace preciso hablar del papel de la imagen como elemento que no proviene del desarrollo de una técnica especializada de dibujo y/o pintura donde el instrumento principal es la mano, sino que tiene su soporte en los dispositivos electrónicos. Siendo importantísimo aclarar que por su condición de efímera, transitoria, reproductible, omnipresente e inmaterial, no tendrá la posibilidad de perdurar en el tiempo, perderá al mismo ritmo al que fue creada y recreada (copiada) su legitimidad e importancia. Condiciones que establece Walter Benjamin en su texto La Obra de Arte en la época de su reproductibilidad técnica

“La autenticidad de una cosa es la cifra de todo lo que desde el origen puede transmitirse en ella desde su duración material hasta su testificación histórica [2] Cualidades intrínsecas que posee la imagen análoga, no tendrá igual carga emocional en su realización sino más bien un valor que habla a su tiempo, pero a ningún otro.

Es necesario que tanto el artista como el crítico de arte perciba más de cerca los fenómenos y problemáticas culturales, sociales, políticas y económicas que se van presentando en las diferentes sociedades y entienda los parámetros que rigen sus nuevos hábitos de consumo y bienestar, asumiendo desde el arte una posición crítica y responsable que permita hablar a su tiempo, dándoles sentido en la medida en que implique a la colectividad de los diferentes contextos culturales en los cuales actúa. Al igual que reflexionen sobre cómo cambia la forma de pensar de una sociedad a partir de las mutaciones y sucesos históricos del pasado mostrando cómo se enfrentan a los nuevos estadios de la civilización y el conocimiento, por medio de una manifestación arte que exprese el mundo en su totalidad.




[1] JARQUE, Vicente. Lo moderno como contemporáneo: sobre algunos parámetros de la crítica de arte presente. Los editores.

[2] WALTER, Benjamin. La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica 1936. Traducción deJesús Aguirre. Madrid: Taurus, 1973.